Digo quiero, cuando en realidad la palabra correcta debería ser «voy«, porque lo haré sí o sí. Supongo que esa es una de las ventajas de disponer de blog: yo escribo, alguien me leerá -si quiere-, luego pensará que soy un loco más de este mundo -o no, si es así: gracias- y acabará pasando a otra cosa. Cierto, supongo que forma parte de la realidad de Internet, del famoso 2.0, (o 3, o 5… que cada cual se identifique con lo que quiera), esa especie de «puedo hablar de lo que quiera, y tú puedes leerme o no, porque en realidad de eso se trata, pero si eso -por favor- elígeme… ¿no?”. Pues nada, ya que me has elegido, y a pesar de todo lo que te estoy explicando, déjame que comparta contigo ese lujo que prometía al principio del blog…
¿Recuerdas al gato Félix? Yo apenas lo recordaba pero hoy, por alguna sutil ironía del destino, ha vuelto a mi cabeza junto a cierta estrofa que alguien, una vez, me recitó (me niego a decir “cantó” porque eso sería mentir).
Félix el gato,
El único, único gato,
Cuando un problema tiene,
Va por su bolsa mágica!
Hace unos días, a raíz de una conversa absurda sobre los cartoons de hoy en día, un buen amigo -algo más creciditoque yo y, por lo tanto, con más memoria histórica- reflexionó en voz alta preguntándose qué había pasado con aquellos dibujos que tenían algo especial, que eran maduros, sarcásticos, que se clavaban en las entrañas… y llegué a la conclusión que lo que ha pasado es -prácticamente- mágico. Me explico: sucede que, cómo en Roger Rabbit, la ficción ya convive con lo real y parece que todavía no nos hemos dado cuenta.
Y es que -en el caso que nos ocupa- el Gato Félix sigue entre nosotros. Por supuesto me refiero a Félix Millet – sé que es un juego de palabras fácil, lo siento- que dispone, seguro, por lo menos una bolsa mágica a la que acudir cuando un problema tiene. ¿O alguien lo duda? Pero aún más, si dicen que los gatos tienen siete vidas… ¿cuántas vidas le damos a Millet? ¿Necesitas que me explique? ¿Alguien cree que un hombre cómo él caerá sólo?
Ahora salta la noticia que el amigo Millet –amigo de los pobres, por supuesto- no deberá pasar noche en el calabozo. Vale. Tampoco le hemos visto entrar o salir con las esposas del juzgado, ni le han impuesto fianza alguna -lógicamente, el dinero no es suyo, tampoco le haría demasiado daño, ¿no?- y, además, después de acudir a ver al señor juez y pegarse una merecida siesta, se va a comer con su familia a un buen restaurante de Barcelona. “Delinquir para ver”, supongo, que debe pensar nuestro amigo gato, el único, único gato.
Así que ahora nos queda esperar a ver cuantos son los arrastrados, y cuantos los liberados, hasta donde llegará la red que el Gato Millet tejió y observar cómo, una vez más, nuestro estado del bienestar vuelve a tambalearse bajo los errores de siempre. Hoy pienso en todas las personas que son esposadas y conducidas cómo basura a los juzgados por delitos menores -o de los llamados menores-, en las fianzas que se imponen sin ton ni son a personas que pueden haber cometido un error -y pienso, por ejemplo, en lo criminalizados que están los conductores que van más rápido de la cuenta-, y resulta que este Gato que nos trae hoy de sorpresa en sorpresa, se va librando de las sogas porque, dicen, ha mostrado arrepentimiento y voluntad de colaboración. Justicia, lo llaman.
Hoy me he permitido el lujo de hablar del Gato Millet. Y me voy a permitir otros dos lujos. El primero, insistir que en un estado democrático –uf, que me entra la tos (es que estoy constipado)– cómo en el que vivimos parece mentira que pasen según qué cosas en según qué instituciones y que, al final, aquellos que siempre han salido sin una sola mancha en su historial lo vuelvan a hacer. Y, en segundo lugar, iba a escribir que me parece increíble lo podridas que están las raíces de nuestra sociedad, porque cuánto más escarbamos, más porquería encontramos… pero creo que no lo escribiré. Vaya… ya está escrito. Pues ahí se queda.
¿Y sabes que es lo peor? Que volverá a por su bolsa mágicay conseguirá lo que tantos otros, que no disponen de esa bolsa jamás podrían aspirar a lograr… pero supongo que estas son las normas del juego. ¿O no?
Adriana… me quedo contigo. Ya estamos en el final. Ya estamos en el final…
Olé, olé y olé…más claro agua!
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Molt bona reflexió las arrels de la nostra "sucietat", comencem pels dibuixos que s'han desmoralitzat, i seguim per la nojusticia que vivim, Xavi columniiiiiiiiiiista!!!!
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Vale va… m'apunto a lo de columnista :PjajajaaaaI gràcies Sandra!!
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