¡Que la vida es un carnaval!

 

Y no hay que llorar. Y es más bello vivir cantando. Sí, pero cualquiera se atreve a dejar aparte todo lo que está pasando allá fuera y seguir ajeno a esa y a otras realidades que existen, que deben ser miradas a los ojos, y que deben ser desafiadas de una vez por todas. Porque solo los que son capaces de desafiarse saben avanzar, solo los que se desafían son capaces de encontrar los caminos para mejorar. Así que, (parafraseando lo que cantó Celia Cruz) “todo aquel que piense que esto nunca va a cambiar, tiene que saber que no es así”, cierto, pero nada cambiará sin más… así no funciona este juego.

Para empezar, aceptemos que no se están haciendo las cosas bien. Ni ellos ni, seguramente, muchos de nosotros. Aceptemos que tal vez esta democracia no esté tan bien si nuestros votos solo sirven para que unos y otros sumen a su conveniencia y pacten lo que más les guste. Aceptemos que, quizás, en una jornada reivindicativa no sea correcto que unos impongan sus derechos por encima de los de otros, porque al fin y al cabo juraría recordar que en un estado de derecho todos somos iguales. Aceptemos, por añadir algo más, que nadie está aquí para regalarnos nada, y así todos comprenderemos mejor por qué quien manda en Europa es Alemania, y por qué esas infraestructuras que se han ido pagando con fondos europeos ahora sean un gran lastre que han hipotecado el futuro de nuestro país… y de tantos otros.

Más aún, todos deberíamos alzar la voz y dejar de mirar a un lado mientras se repiten sucesos tan lamentables como los que, una vez más, han vuelto a manchar la imagen de Barcelonami querida Barcelona– convirtiendo su recuerdo en el de un campo de batalla con unos y otros repartiendo a diestro y siniestro. ¡Y que viva el exceso! Vuelvo a insistir: la culpa es de todos, porque mientras se siga opinando aquello de que “son una minoria” más crecen, peor aún: crecen sintiéndose más legitimados y más fuertes. Eso no quita que todo lo demás se pueda hablar, que unos y otros se puedan quejar, manifestar, explicar, gritar… la libertad es eso, no lo otro, la libertad es tener derechos y deberes y asumir ambos siempre, no solo cuando conviene hacerlo y, si ya no es así, esperar que otros vengan a sacar las castañas del fuego.

Hace tiempo escribí que en este país parece que lo que más gusta es quejarse de los problemas. Quejarse sin aportar soluciones. Quejarse y esperar que el estado regale dinero en forma de subsidios. Parar y esperar, sestear. Y no. Me niego a creer que no podamos salir de ese círculo vicioso. ¿Por qué no nos levantamos, inventamos, creamos, luchamos, emigramos -si hace falta-, experimentamos, triunfamos, o fallamos, y volvemos a empezar? ¿Por qué no aceptamos que en el mundo en que vivimos necesitamos más valientes y menos cobardes, más gente que dé un paso al frente y diga aquello de “aquí estoy yo, y nadie podrá detenerme” en vez de perder el tiempo pintando paredes, destrozando escaparates o saboteando a pequeños empresarios que sufren por llegar a fin de mes?

Este es nuestro carnaval particular. No sé si realmente el país es consciente de la situación en la que nos encontramos, de las pocas salidas que nos quedan, de lo necesario que es asumir, nos guste o no, que lo que tenemos es lo que hay, y que solo nos queda seguir construyendo, sumar esfuerzos, innovar, destacar por encima de los demás, para volver a la cresta de la ola… porque ahora mismo, honestamente, nos estamos ahogando. Y si Europa nos empieza a meter mano lo que ahora nos parece excesivo va a ser un añorado cuento de hadas…

Cuando empecé a escribir este artículo me vinieron a la cabeza varias conversaciones con amigos como Clara Seguí, Mifua Lee (que sin quererlo me dio el título perfecto), Sira Riera, Ricard Arís, Marc Puig, Xavier Picamal o Agustí Brañas, entre otros, todos con puntos de vista diferentes, diversos, opuestos en algunos casos, pero si algo pude detectar, es que necesitamos dejar todo esto atrás, y avanzar. De una vez por todas: avanzar.

Así que cantemos, cantemos y recordemos que sí, que todo se puede cambiar, pero solo lo haremos con esfuerzo y valentía, con implicación y honestidad, ¿verdad Adriana?

4 comentarios en “¡Que la vida es un carnaval!

  1. Gracias por este «chute» de energía. Sí, la cosa está mala pero hay que levantarse y luchar. Y estoy contigo, luchar no significa llevar la ira a destrozar las calles. Ya hemos despertado. No tenemos soluciones para esto, aceptémoslo e inventemos, sobre todo creemos formas de hacer distintas.

    Me gusta

  2. Me he sonrojado. Me ha encantado. Y sí, más valentía y menos quejas….
    Me quedo con el siguiente pedacito grabado, para que a mí no se me olvide nunca!!!!…

    «¿Por qué no nos levantamos, inventamos, creamos, luchamos, emigramos -si hace falta-, experimentamos, triunfamos, o fallamos, y volvemos a empezar? ¿Por qué no aceptamos que en el mundo en que vivimos necesitamos más valientes y menos cobardes, más gente que dé un paso al frente y diga aquello de “aquí estoy yo, y nadie podrá detenerme”

    Abrazos Xavi! ;D #alegría.. a pesar de TODO

    Me gusta

Deja un comentario