¿Tú te crees eso de la marca personal, Adriana? ¿De verdad piensas que es más importante lo que aparentas ser que lo que eres de verdad? ¿Opinas que es natural esconder aquello que te hace única, para -sencillamente- convertirte en un ser normalizado?

Porque a mi, Adriana, y no tienes por qué compartirlo, todo eso de la marca personal me parece raro. Y es curioso, porque intuyo que tiene todo el sentido del mundo. Quiero decir, uno debería ser capaz de sacar provecho de aquello que le define y, sobretodo, ponerlo en valor. Y es que yo creo, lo creo con todas mis fuerzas, que todos podemos ser buenos en algo, no tengo duda alguna, así que, ¿por qué no? ¿por qué no poner de relieve lo que nos hace diferentes, verdad?

Pero, el problema reside en que, de repente, las personas nos queremos convertir en marcas, incluso se publican libros y guías que nos explican qué es necesario hacer, y cómo lo debemos hacer. Y esas marcas pueden (solo digo pueden) destruir la autenticidad de los perfiles que circulan por la red. Si nos lo creemos todo al pie de la letra, si no comprendemos el significado de lo que se explica, si nos vamos a lo superficial, tú, yo, todos los demás, acabaremos siendo tan parecidos que seremos aburridos los unos para los otros.

En ocasiones, Adriana, leo tweets, artículos o actualizaciones y no sé si quién está detrás es quién dice ser, o no. No sé si ellos son reales, o no. No sé ya si los unos y los otros interpretamos un papel, porque -como te decía antes- nos esforzamos tanto en ser marcas que nos hemos olvidado de ser personas. Las personas que somos, con nuestros defectos, pero también con nuestras bondades. Con nuestros ángeles y nuestros demonios.

Lo que me gusta de ti, Adriana, es que tú siempre serás tú. Ángel. Pecadora. Adriana…