No te olvides de saludar al mensajero

La mirada de Adriana cruzó en pocos segundos todo el vacío de la habitación. Así empecé la mayor historia que alguna vez pueda llegar a contar. No importa lo que pueda escribir hoy, mañana o cuando doble mi edad actual, no importa porque nunca volverá a ser la primera frase de la primera novela, la primera vez que escriba el nombre de mi primera protagonista ni la primera ocasión que sienta que he creado un ser que existirá más allá de los papeles. Adriana, mi Adriana, crecerá conmigo, vivirá mis experiencias, sentirá lo que yo sienta, y aprenderá a mi lado. Volverá al papel, volverá a correr, volverá a respirar, pero pase lo que pase siempre será esa muchacha que una vez, en Roma, se perdió en la habitación de un hotel esperando que él llegara y la acompañara una vez más. La última vez. ¿Y por qué hablo de Adriana en esta nueva fusión? Pues porque no hace mucho a alguien se le ocurrió la magnífica idea de pinchar un fragmento de la inolvidable “Que será será” en la radio y tuve la sensación de escucharla por primera vez.

When I was just a child in the school, I asked my teacher “what should I try?
Should I paint a picture or sing out a song”
This was her wise reply:
“Qué será será,
Whatever will be, will be…
The future’s not ours to see
Qué será será… what will be, bill be”.

Exacto, el futuro y lo que será, o seremos. Lo que fuimos. Lo que somos.  Todo ello sazonado con nuestra insoportable costumbre de tomarnos la vida demasiado en serio y olvidarnos que siempre hay una nueva oportunidad de escribir lo que no hemos creado todavía. Parece que el tiempo que pasa nos quema más que el que ha de venir y nos perdemos en esos laberintos del día a día que nos encierran más trampas de las que vemos a simple vista. Yo soy así, lo reconozco. 

Pues quiero quedarme con un mensaje que me llegó hace un tiempo y que me recordaba la importancia de tener paciencia, sí, pero también de seguir construyendo. ¿Y qué se supone que debía construir? Pues todo aquello que me mueve, todo aquello por lo que me gustaría que me definieran o reconocieran, todo lo que de alguna forma está esperando ver la luz, entre hojas y hojas que ya no están en blanco, entre nombres de proyectos, dibujos, misiones, visiones y objetivos.

Aquella maestra no estaba del todo equivocada, no podemos predecir el futuro pero, por si acaso, yo seguiré escribiéndolo día a día para que sea lo más parecido posible a mis sueños. Y, ¿sabéis qué? Yo sueño a lo grande. Por cierto, ¡gracias mensajero!

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