¿Y… por qué no alargamos la verbena?

Señores que soplan por encima de las leyes. Señores que se mueven según les lleva el viento. Señores que dejan que otros les hagan zumbar los oídos. Señores que se sientan y mandan. Señores que ponen la mano y se declaran inocentes. Señores, señores, señores…

Y digo yo, señoras y señores, ¿por qué no nos unimos a la fiesta? Con la verbena que hay montada allá fuera y nosotros aquí, intentando comprender el por qué de las cosas, procurando explicar que se puede construir un mundo mejor, que -cuando se emprende- 1+1 no necesariamente es siempre un 2 pero que, cuando sale bien, mola lo que no está escrito. ¿Es que no vemos que seguir luchando y no subirse al carro  es aburrido, innecesario, pueril, es descaradamente inocente, es una sutil barbaridad impropia de personas que deberían mirar, ver, callar, y apuntarse a la moda de lo políticamente correcto pero moralmente reprochable?

Porque digo yo que eso es lo que deben pensar aquellos, ¿no?. Que ya les está bien que mientras los suyos se metan (presuntamente) millones de euros en los bolsillos a través de empresas que ni dios sabe para qué fueron creadas, y -no nos engañemos- con el beneplácito de muchos de los que -dicen que- mandan, los demás no dejemos de pelear para sacar adelante cada fin de mes. Ellos ni por asomo se plantean que podamos compartir su inteligencia ética, right?

Espera, espera… ¿»ética«? Perdón… no quería mencionar nada que tuviera que ver con la moralidad. Oye, pero si es más fácil lo suyo. Mucho más fácil. Reflexionemos en voz alta, ¿por qué no alargamos la verbena? ¿por qué no nos apuntamos a su modo de vida? A esa vergonzosa impunidad, a esa depravada forma de entender las relaciones, a su asfixiante falta de talento… ¿por qué no les reímos las gracias y aprendemos a estafar, a mentir, a robar, a falsificar, a hacer que otros firmen por nosotros para culparlos de todo mal?. Que estoy hablando de la flor y nata del mundo que nos rodea, ojo, que no debe ser tan malo si ellos lo hacen… ¡ay el debe! 

Uno se siente tentado de dar un paso adelante y, vestido con el hashtag #yotambiénquiero, descubrir esos placeres que deben ser magníficos, viendo lo mucho que se enganchan  a ellos los que visten de negro… vamos, ¡que ni los lacasitos (pim-pam) aquellos que se hicieron famosos hace ya tiempo!.  Pero es entonces cuando la cordura se apodera de nuestra razón, nos miramos en el espejo y sabemos que nosotros no; que conservamos los principios; que seguimos soñando con un mundo mejor, porque nosotros estamos por encima; porque nosotros somos mejores…

… y es que somos mejores, ¿verdad… verdad?

Think about it, Adriana… 

 (ni un solo link… ¿acaso hacen falta para saber a qué/quien me refiero…?)

 

 

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