And in the naked light I saw
Ten thousand people, maybe more
People talking without speaking
People hearing without listening
People writing songs that voices never share
And no one dared
Disturb the sound of silence
Uno se pasa la vida rodeado de ordenadores, teléfonos –móviles o fijos– impresoras, bolígrafos que se aprietan, se muerden y se tiran al suelo. Uno se pasa la vida rodeado de timbres, de sonidos de voces, de gritos, de nervios, de órdenes por cumplir y otras que pasan inadvertidas, de miradas que claman al cielo, de suspiros que resuenan en una sala repleta de gente. Uno se pasa la vida escuchando el desaliento, la emoción, se pasa la vida haciendo click en el botón enviar, contestando llamadas y dando explicaciones. Uno se pasa la vida sin darse cuenta de cómo va pasando la vida.
Y así llegan estos instantes, estos momentos de esa pura y dulce calma. El silencio de la escritura bajo la yema de mis dedos, mi tacto percibiendo cada tecla, el sonido acompasado de las palabras que van apareciendo pulsación a pulsación… una buena canción con la que acompañar el instante que -me de cuenta o no, es único e irrepetible-, una frase que da lugar a la siguiente, que después hace que aparezca la consecutiva y así, llegando al final del parágrafo, todo adopta un significado diferente…
Sí. Uno se pasa la vida pensando que, en ocasiones, no encuentra la forma de vivirla… pero tarde o temprano, este mágico silencio de la escritura hace que uno recuerde que la vida no es aquella… la vida es esta.
¿Verdad Adriana?