Mi no comprender…

Dice el artículo 43 de la legislación antiterrorista del Reino Unido que los cuerpos de seguridad de la Corona tienen derecho a buscar –y detener, si lo consideran necesario- a cualquier persona que, por su actitud o apariencia, sea sospechoso de ser terrorista. Ojo: la palabra “sospechoso” es, de por sí altamente peligrosa, puesto que la subjetividad que interviene en este proceso de selección nos hace a todos indignos merecedores de sospecha.

Antes de seguir… ¿Queréis saber más sobre el artículo 43? Leed:

Search of persons.

(1)A constable may stop and search a person whom he reasonably suspects to be a terrorist to discover whether he has in his possession anything which may constitute evidence that he is a terrorist.

(2)A constable may search a person arrested under section 41 to discover whether he has in his possession anything which may constitute evidence that he is a terrorist.

(3)A search of a person under this section must be carried out by someone of the same sex.

(4)A constable may seize and retain anything which he discovers in the course of a search of a person under subsection (1) or (2) and which he reasonably suspects may constitute evidence that the person is a terrorist.

(5)A person who has the powers of a constable in one Part of the United Kingdom may exercise a power under this section in any Part of the United Kingdom.

Hace una semana estuve en Londres. En un momento del viaje, bajo la lluvia, tuvimos que esperar unos minutos a que llegara alguien con quién habíamos quedado. Poco más allá de donde estábamos, un matrimonio mayor, español, hablaba nerviosamente por teléfono. No tardaron en acercarse hasta el lugar que utilizábamos de resguardo, y lo hicieron para pedirnos ayuda. Les acababan de sancionar por conducta terrorista. ¿Su falta? Llevar una hora esperando a su hija delante de una estación de tren. Imaginar la tensión, el nerviosismo y el desamparo al que se vieron sometidos no es fácil, más aún cuando no entendían el idioma, peor si añadimos que la autoridad los trató sin ningún tipo de contemplación. Se ve que es fácil ser señalado como “sospechoso”.

Aquí, en nuestra casa, vivimos cada día un poco menos libres. Cientos de veces he escuchado, cuando me he quejado, que no sabemos la suerte que tenemos, que nosotros no hemos vivido la dictadura, que solo por eso ya somos afortunados. Y no, no pongo en duda ninguna de esas afirmaciones, no pongo en duda que fuimos afortunados y que nacimos para vivir en un país libre. Lo que pongo en duda, es que lo siga siendo.

No hace mucho, en una conversación con personas a las que admiro profundamente, alguien acuñó -de nuevo- el término “dictadura democrática”. La explicación era sencilla, ellos nos imponen, nos ordenan, nos privan, nos sancionan, nos encierran si es necesario, nos convierten en sospechosos, nos persiguen y harán todo la necesario para que nuestras libertades tan solo lleguen hasta donde empiezan nuestras obligaciones y deberes. ¿Más? Sí, les elegimos, pero tampoco tenemos tanto donde elegir, siquiera listas abiertas que nos permitieran escoger a quien queremos de verdad ni, menos aún, opciones alternativas porque su mundo, el de los que nos gobiernan, es un lobby cerrado al que pocos, muy pocos, pueden atreverse a saltar. Y los que lo hacen, si sacan la cabeza, suelen ser cazados rápidamente por los primeros, los Señores de la política de éste y de tantos otros paises.

¿Libertades, decís? Pagamos barbaridades por conexiones extremadamente lentas a Internet, por servicios monopolizados con el visto bueno de los que nos mandan, con tarifas que no son competencia unas de otras porque todos juegan un partido con el resultado pactado. Al mismo tiempo, qué curioso, nos aseguran que nos perseguirán si nos descargamos series que aquí es imposible ver, y es imposible porque tenemos una televisión de una calidad enfermiza, lamentable. Y siguen creando leyes que minimizan nuestras libertades. Si hace falta, explican historias sobre ahorro energético para continuar penalizando a los que conducen, supongo que con el mismo pequeño afán recaudatorio de siempre –convenientemente disfrazado-. Ocultan sus miserias mirando hacia otros lados, acusando y legislando para que quede claro que ellos son los buenos y que los demás deben adaptarse. Y si no se adaptan, si no aceptan esta dictadura democrática en la que vivimos, nos echan de ella…

Efectivamente, soy de una generación que no vivió en dictadura, que no la sufrió en sus carnes –no directamente-, pero la tenemos presente, y cuando miro a nuestro mundo, al actual, cuando casi tengo que desnudarme cada vez que voy a coger un avión, cuando me doy cuenta que no puedo parar durante más de quince minutos delante de una estación de tren en según qué países libres sin ser acusado de potencial terrorista, cuando comprendo que la censura en televisión, en radio o en Internet es una realidad, cuando escucho canciones cortadas por esas mentes que creen ser mejores que las nuestras… es entonces cuando me pregunto si es este el mundo que soñaron los que nos libraron de la otra dictadura, los que lucharon por una libertad que, estoy convencido, dista mucho de ser la que nos dicen que vivimos.

Y no… estoy seguro que no era éste el mundo que soñaron. No era este… porque este es un mundo loco… a very Mad World.

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