La vida está llena de pequeños momentos. De caminos que unos y otros recorremos casi sin darnos cuenta que, con cada paso que realizamos, tomamos decisiones que nos van a afectar para siempre. En ocasiones es para bien, otras veces nos gustaría no habernos tropezado, pero al final nos levantamos y seguimos avanzando. Tal vez lo hagamos lentamente, o quizás salgamos corriendo, puede que no dejemos de mirar hacia delante, o nos detengamos a observar qué queda a cada lado, lo que importa es que avanzamos, apoyándonos, o arrastrándonos a través del lodo hasta encontrar la solución que nos guíe hacia el siguiente enigma. Y seguimos avanzando porque, eso sí que es seguro, siempre habrá una nueva pregunta que responder tras la última afirmación que hayamos realizado…
Era un niño la primera vez que tomé conciencia de lo pequeños que somos. Lo recuerdo como si fuera ahora mismo. Me puedo ver esperando para cruzar la calle, acompañado por mi hermano, y aún puedo sentir la extraña curiosidad que sentí al escuchar, a nuestro lado, una madre riñendo con su hija. Era absurdo, siquiera sé por qué discutían, pero entonces comprendí que el mundo estaba lleno de historias. Que cada una de aquellas caras que pasaban por delante sentían, vivían, se preocupaban, se emocionaban, que todos tenían un pasado, un presente, un futuro, que no se iban a cruzar conmigo nunca más, pero que iban a seguir existiendo… que todos vivían, que todos soñaban, que todos dormirían aquella noche, algunos solos, otros acompañados, que cada cual lloraría sus lágrimas o reiría las bromas de su vecino mientras el que acababa de cruzar por delante nuestro, sencillamente, se llevaba la mano a la cabeza, intentando encontrar una cabellera que el paso del tiempo le había robado. Y sé que pensé, ¿qué estará sintiendo ahora mismo? ¿Qué estará pensando?
Así nació mi ansia creativa. Así nació el Xavi escritor, narrador, el Xavi que sigue imaginando todas esas vidas, que aún en ocasiones se descubre a sí mismo redactando, mentalmente, las conversaciones que no puede escuchar, decidiendo los destinos de los pasos que se cruzan por el camino aunque solo sea durante una centésima de segundo, el significado de las miradas que se roban fugazmente o la intensidad de un suspiro en un restaurante repleto de personas. Vive, sueña, crea… la vida es complicada, sí, y eso la hace maravillosa, ¿no estáis de acuerdo?
Curioso que esta nueva fusión haya acabado siendo una definición… o no. Tal vez para eso sirva Phusions, tal vez esa sea la magia que me hace seguir escribiendo.