Fiel. Fiel a una idea, a una forma de entender la relación con las personas, el trato, las palabras, fiel a una sensación, a miles de recuerdos, a millones de palabras compartidas, fiel a los alumnos que tuve, a los profesores que me enseñaron, a cada juego, a cada punto, a cada pelota que he golpeado durante estos veinte años, fiel a todas las victorias y, muy especialmente, a cada una de las derrotas, por todo lo que me han enseñado. Sigo aquí, sigo fiel a Sandacos.
No es este un post habitual en El Enigma de Adriana, aunque en realidad quiera decir mucho más de lo que aparentemente vayáis a encontrar en estas palabras. Porque si soy lo que soy, gran parte de la responsabilidad es para ese pequeño lugar en el mundo, permitidme que lo defina como “mi pequeño lugar en el mundo”. Esa terraza en la que aprendí a andar hace 33 años, el despacho en el que empecé a asumir responsabilidades, la tierra batida que tantas lecciones me ha dado, los fracasos que me han curtido, y las miradas que me han hecho crecer… incluso el amor, mi amor, se hizo real en Sandacos. No recuerdo prácticamente nada importante que no haya compartido, en algún momento, entre esos muros.
Y hoy, en forma de pequeño homenaje, acabados de cumplir los veinte años de mi primera participación en uno de los torneos de tenis que se organizaban antes (las desaparecidas 24 horas), dedico este espacio en mi blog más personal a todas las personas que, como yo, han encontrado su rincón especial. No importa qué sea, ni dónde esté, ni cuál sea su uso. Sólo importa lo que significa para cada uno de vosotros.
Yo sé que no sería quién soy sin todo lo aprendido allí, sé que cada derrota es la antesala de una victoria pero que tras ganar es fácil volver a perder y, por eso, siempre sigo luchando. Sé que la vida no se detiene, que todo esto avanza rápido, que ayer mi padre me regalaba mi primera raqueta y que hoy aquel marco de madera ya es una pieza de coleccionista. Sé que no existe el golpe perfecto, y que incluso el mejor momento es efímero, aunque tal vez sea porque el mejor, el de verdad, está todavía por llegar. Pero, pase lo que pase, sé que allí siempre encontraré la razón por la que fui, soy y seré yo. Siempre tendré un motivo para volver.
¿Y en tu caso, Adriana, cuál es tu lugar en el mundo?
Nuestro lugar más especial está siempre en nuestro corazón. Por eso vayamos donde vayamos esos momentos especiales y esas vivencias viajan con nosotros. Pero que bonito es tener esos lugares que traen tantos buenos recuerdos, esos lugares hacen de la tierra que pisamos «nuestro mundo»
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Qué bonita reflexión… no puedo estar más de acuerdo contigo, Carol!
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