Y, ¿no es verdad que aprendemos de cada paso sólo si estamos dispuestos a hacerlo? Pues en esa encrucijada nos hallamos todos. En ese camino, en el cual tomamos decisiones prácticamente a diario y nos enfrentamos a las consecuencias de cada una de ellas, lo único cierto, lo único que nos sustenta, es saber que sea cuál sea el reto que decidamos asumir, siempre existirá una historia detrás del mismo, siempre podremos seguir mirando adelante.
Porque nada, o eso quiero pensar yo, nada está escrito, sé que todavía no he llegado a crear mi mejor verso. Y no me rindo, ni lo haré, hasta conseguirlo.
¡Oh, mi yo! ¡oh, mi vida!
¡Oh, mi yo! ¡oh, vida! de sus preguntas que vuelven,
Del desfile interminable de los desleales, de las
ciudades llenas de necios,
De mí mismo, que me reprocho siempre (pues,
¿quién es más necio que yo, ni más desleal?),
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos
despreciables, de la lucha siempre renovada,
De los malos resultados de todo, de las multitudes
afanosas y sórdidas que me rodean,
De los años vacíos e inútiles de los demás, yo
entrelazado con los demás,
La pregunta, ¡Oh, mi yo!, la pregunta triste que
vuelve – ¿qué de bueno hay en medio de estas
cosas, Oh, mi yo, Oh, vida ?
Respuesta
Que estás aquí – que existe la vida y la identidad,
Que prosigue el poderoso drama, y que
puedes contribuir con un verso.